Posteado por: hisdevimasensn | May 22, 2009

CONVERSAR BAJO EL ALMENDRO

CONVERSAR BAJO EL ALMENDRO (1988)

DE WILLIAM FERNANDO TORRES SILVA

 

WILLIAM FERNANDO TORRES

WILLIAM FERNANDO TORRES

A menudo escuchamos subvalorar a cualquier persona porque “no sabe de letra”, porque es analfabeta. Quien pronuncia esa sentencia revela su incuestionable convicción de la superioridad absoluta de la cultura escrita sobre la oral y, en el fondo, de la cultura urbana sobre la campesina. Sin embargo, es posible que tan desdeñoso y sumario juez-miembro de una supuesta aristocracia del saber- apenas hojee con pereza los periódicos –no ya un libro-, escriba con dificultad una carta en donde deba expresar sus emociones intimas, pero- eso si- haya mecanizado las formulas intimidantes de los memorandos; es decir, es posible que tal juez sea un analfabeto funcional.

Con todo, el ha tenido el privilegio de pasar por la escuela. De aprender a leer y escribir u, por tanto, estudiar la historia humana- cas siempre desde las perspectiva eurocentrista o estadounidenses- que se puede encontrar en los libros; desafortunadamente solo al alcance de los mortales que pueden pagarse los texto y cuentan con tiempo para leerlos  discutirlos. Pero a nuestro juez, por lo general, ese leer no le ha servido para sumir en profundidad la tradición racionalista y civilizatoria de Occidente ni cosechar los frutos humanizantes de sus sociedades en un proceso de deshumanización, si no que, antes por el contrario, muchas veces lo ha imposibilitado para leer y escribir a plenitud se entorno, o ha mutilado para reconocer los saberes que durante decenas de años ha ido elaborando su comunidad y transmitiendo de manera oral y, lo que es mas grave, lo ha limitado para examinar y aceptar o no su propia historia familiar, establecer su identidad en la dinámica de estos finales de siglo y construir su proyecto vital.

editado : Kelly Home 1104

Si  trazamos aquí una raya y sumamos, nuestros personajes resulta ahora doblemente analfabeto: en cultura escrita, en la oral. Y, por desgracia, sin la actitud ni la conciencia de quienes con deliberación han buscado la marginalidad, el desarraigo. Para el la cultura es un mero adorno, una barniz que se pinta antes de salir de casa con el fin de encubrir al prehomínido que arrastra dentro. Nunca es la cultura, para el, el sello histórico que nos permite comprendernos, afianzar la libertad, formarnos como seres. El es un no-ser. Pero, para sorpresa nuestra, estos no- seres suelen ocupar con frecuencia decisivos cargos estatales y pavonearse de su poder hasta la ebria pataleta fanfarrona aunque, en realidad, sean humildes subalternos de quienes financian sus  campañas. Los meseros de la cultura oral que atiene sus hartazgos, pagados con dinero de los contribuyentes, podrían intentar hacer una lista.

En el Huila todos corremos el riesgo de estar en esa lista. Pues en un departamento en donde un de cada cinco adultos es analfabeto, en donde ciento cuarenta mil muchachos- 40% de ellos- no tienen acceso a la escuela (¿a que tipo de escuela?), donde los presupuestos para educación, arte y deporte son tan irrisorios, donde se venden los libros sellados como si fueran objetos decorativos, no resulta solo doloroso sino también patético afirmar- otra vez mas- que estamos muy lejos de apropiarnos de las mas altas creaciones intelectuales de todas las épocas y, por supuesto, de los análisis sobre nuestra realidad hechos desde la conquista hasta ahora. Pero, sobre todo. Es trágico comprobar que estamos de espaldas a nuestras sabidurías orales, a la tradición popular; as la mencionemos en todos los discursos y tratemos de adularla con cantos interesados y nostálgicos. Aquí somos doblemente analfabetos.

Y, para colmo, parecida que no hubiéramos advertido que ahorra estamos inmersos en otra cultura oral: la televisiva. Y a esta la manejan pocas manos y con el interés de anestesiamos mediante en entretenimiento y uniformizarnos mediante el consumo.¿como encontrar el hilo de nuestra madeja en medio de estos laberintos?

Por paradoja, en tales túneles, nuestros mejores libros, los más baratos, los más vivos, los más dialogantes, deambulan por la calle, hacen la cola de las pensiones como prisioneros de un planetario campo de concentración, languidecen en las bancas de los parques ante nuestra prepotencia ya apresuramiento. Pero nosotros no sabemos leerlos. No sabemos leer a aquellos viejos que inventaron, día tras día, nuevos métodos de cultivo, edificaron nuestras ciudades, aderezaron nuestra gastronomía, fabricaron nuestros vestidos, nos soñaron, le ungieron otras palabras al idioma para mejor comunicarnos. Nosotros- deslumbrados y acríticos adoradores de los nuevo, lo moderno, lo joven, y empecinados en confundir lo antiguo con lo caduco-olvidemos escucharlos. Tal vez eran demasiado autoritarios e intolerantes como el país que habían heredado de las guerras civiles y las violencias, pero nos falto inteligencia y humor para aprender a interrogar a esos libros abiertos de la vida. Y no hay un método que valga para saber leerlos: ni alfabeto Morse, Braille o menos, lectura rápida.  Como los buenos libros, ellos retan al lector, no se le entregan fácilmente, exigen comunicación clara, fraterna, humana; no el cálculo Burgess ni, tampoco, la condescendencia.

Para salvarnos de caer en la lista y salir del doble analfabetismo, deberíamos sumarnos al proyecto de don Simon Rodríguez de en señar a las gentes a vivir- no a sobrevivir- para la libertad. Quería el Maestro educar a los niños para que fueran la base fundacional de nuestras republicas formándoles un espíritu creativo y alborozo que no privilegiara el que hacer intelectual sobre el manual. Hombres íntegros y sin prejuicios, no hatajos de muchachos repitiendo a voz en cuello frases de memoria, buscaba el educador de Bolívar por las trochas de America y contra la indolencia de los funcionarios- los no-seres- de la Independencia. Ahora deberíamos convertir parques y plazas en aulas abiertas y enseñar a los niños a leer a los viejos, a interrogar esas historias vivas. Pero nosotros debemos aprender primero. ¿Cómo? ¿Cuándo?

Por suerte, la persistencia de la vos cascada de los abuelos mas lucidos ha ganado espacios en la pagina escrita. Pero no solo su voz, también la de  los sectores mas numerosos- los populares- y los mas discriminados- los indígenas, las mujeres, los negros, los niños, los soñadores- ha invadido con sus palabras  sus ritmos acezantes algunos libros ante la urgencia de Nuestra America de recuperar y repensar los quinientos años de choques y sincretismos culturales. Y no ahora sino desde siglos atrás con los comentarios reales del Inca Garcilaso; la Autobiografía de un esclavo, de Juan Francisco Manzano; el Martín Fierro de José Hernández. También con los libros literarios y científicos de Gilberto Freyre, casa grande e senzala, de Fernando Ortiz, Contrapunteo cubano del tabaco y azúcar, de Oscar Lewis, Los hijos de Sanchezco la biografía de un cimarrón de Miguel Barnet, ente tantos otros.

Así mismo, esa voz permitió el surgimiento de la literatura testimonial que floreció a partir de los pasados años sesenta en los textos de Eduardo Galeano, Margaret Randall, Hugo Neira, Omar Cabezas, hasta llegar al periodismo de Patricia Lara y Olga Behar, los trabajos de investigación histórica de Mauricio Archila sobre las luchas populares en Barranca o los libros de Arturo Alape y Alfredo Molano.

Pero también hay otros que han optado por un viejo camino nuevo: el de devolverle la voz a la voz para reconquistar el dialogo y liberar la imaginación oprimida. Ellos son los cuenteros que se paran en parques o plazas a contar nuestras viejas historias o a inventar otras nuevas en las que redescubrimos la risa redentora, nos burlamos de nuestros ridículos afanes o dejamos que una lagrima nos limpie por dentro y humedezca el desierto de nuestro rostro ya tan acostumbrado a no expresar emociones.

Esas historias viene de gentes que no saben mucho”de letras” pero si de vida. De pensarla con cuidado conversando bajo los almendros.

 


Respuestas

  1. CONSIDERO QUE EL TEXTO «CONVERSAR BAJO EL ALMENDRO», NOS ENSEÑA A REFLEXIONAR SOBRE LOS LIBROS ABIERTOS (LOS ABUELOS), PARA VALORARLOS Y A MOTIVARNOS A LEERLOS-DE ESTE TEXTO NACE LA IMPORTANCIA DE RECOGER HISTORIAS DE VIDA. ME ENORGULLESE SABER QUE UN HUILENSE ES EL ESCRITOR DE DICHO TEXTO.

  2. Que buen texto los felicito!!
    Sigan asi.
    Alejandra Vega
    11-02

  3. muchachos esta muy interesante todos los textos que an publicado sigan hasi y ojala mejorando.


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